Internet Explorer 6, esa antigualla del año 2001, resiste enconadamente en las empresas. De hecho, ya lo comentamos hace un tiempo, cuando considerábamos que la utilización de navegadores obsoletos constituían una barrera en la innovación, pero que este navegador resista dentro del sector empresarial encuentra su justificación debido al coste que supone la revisión y la actualización de muchas herramientas que se valen sobre la tecnología de la Web y que se encuentran implementadas en las empresas como, por ejemplo, las intranets.
Sin embargo, nos debería parecer curioso que, en los principios de la popularización de la Web, una de las principales razones de la migración de las herramientas empresariales al entorno web era el ahorro de costes, la falta de necesidad de instalar aplicaciones en distintos ordenadores y la posibilidad de usar una única aplicación (el navegador web) para distintos procesos. Hoy en día, parece que estos argumentos caen por su propio peso. Tal vez debido a que Microsoft no obedeció a los estándares cuando desarrolló su producto, provocando innumerables dolores de cabeza a los desarrolladores y diseñadores web que debían realizar hojas de estilo (CSS) específicas para los usuarios que lo utilizaban; tal vez por los propios diseñadores y desarrolladores de las herramientas web que confiaron su futuro, inconscientemente y simplemente por la fuerza del mercado en ese momento, a una sola empresa.
El error se ha convertido en mayúsculo. La utilización del IE no sólo supone una barrera a la hora de utilizar nuevos desarrollos dentro de la Web 2.0 o incluso en “la Nube”, frenando la aplicación de nuevas metodologías en el trabajo, favoreciendo la innovación, las nuevas de vías de comunicación y colaboración; si no que supone un peligro potencial para la propia infraestructura informática de las empresas que obligan a sus trabajadores más o menos inexpertos a navegar por la Web con un navegador obsoleto y sin mantenimiento por parte de Microsoft.
He ahí el error de confiar el futuro a empresas que obedecen a sus intereses económicos y de desarrollo, que no obedecen los estándares y, tal vez, un argumento que quita y da al mismo tiempo la razón a Steve Jobs en su cruzada contra Flash y su apoyo por el estándar HTML5.
¿Y qué me dices de las administraciones públicas que se aferran a Microsoft y , lo que es peor, te obligan a comunicarte con ellos bajo esas reglas?
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Qué me vas a contar fernando si nuestra Generalitat ha firmado un acuerdo de colaboración con Microsoft. A Lliurex, la distribución Linux de la Conselleria d’Educació, le van a dar la puntilla…
[…] finalizar, quiero anotar esta entrada de El Documentalista Enredado donde Marcos Ros-Martín reflexiona sobre cómo el uso de estándares […]