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La sociedad sobreestimulada

Nuestra sociedad sobreestimulada se basa en arquetipos que muchos no podremos alcanzar. Los anuncios constantes en la Web, en la TV, la presión de nuestras redes sociales en el móvil, los mensajes instantáneos requieren nuestra atención constantemente en un ciclo cercano a las 24 horas del día. La segunda pantalla es una de las consecuencias evidentes de esa necesidad de estar haciendo otra cosa, en vez de concentrarse en una tarea primaria. El problema deviene cuando ese contenido tiene que entrar en competición con otros servicios en los que el usuario está más activo y, por lo tanto, se convierte en accesorio. Cuando, además, tiene que competir con otros contenidos multimedia y con otros soportes que tratan de completarlo, ese contenido se deprecia en valía y por añadidura puede que no lo hagan precisamente ni mejor ni más único.

Por supuesto que esta evasión del objetivo primario, que requiere un esfuerzo intelectual mayor y de estos requerimientos continuos de atención por parte de los dispositivos móviles, va en detrimento de otras actividades más necesarias y perentorias que estar comprobando constantemente si se ha recibido alguna alerta. El desempeño de las tareas laborales podría ser una de ellas, pero existen otras víctimas colaterales de esta sobreexcitación que son los niños.

Los niños deben enfrentarse durante una serie de horas en el colegio al trabajo tranquilo y reposado que, se supone, se da en una clase. Un trabajo de absorción de conocimientos en muchos casos difícil y necesario. Sin embargo, cuando están fuera del colegio, los niños reciben estímulos de forma desenfrenada en forma de videojuegos, TV o móviles. Estos elementos dentro de nuestra sociedad están centrados en el individuo, en el Ego, aunque se pueda interactuar con otros. Por el contrario, las clases se destinan a un colectivo sin posibilidad de cambiar de canal, enfrentándose en muchas ocasiones a una simple pizarra. No hay maestro que pueda competir con un videojuego y además dividirse por cada niño, a pesar de que muchos de ellos lo intenten.

Los adultos también perdemos la capacidad de concentrarnos en las tareas buscando el alivio inmediato del móvil o de la última actualidad en nuestro sitio de noticias. Puede que Google no nos llegue a hacer más tontos, simplemente se trata de un proceso de adaptación a una nueva realidad social. Nos consideramos multitarea, aunque realmente tal concepto no pueda ser posible, pero perdemos otras capacidades como la de leer textos largos. Cabe recordar que la tecnología no es neutral, cambia las normas sociales e influye en nuestras elecciones.

Publicado en Cajón de sastre Homo Digitalis