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Gestionando la muerte en la Web

Reloj en la arena

Pese a quien pese, lentamente, la Web se está convirtiendo en una extensión de nuestra cultura, nuestras relaciones sociales, necesidades y anhelos personales. Por supuesto que todavía nos encontramos con personas que tratan de realizar una distinción entre vida real y vida virtual, sin embargo esto se da de forma mayoritaria en las generaciones que crecieron o, al menos, vivieron en un mundo desconectado, sin Internet; mientras que los jóvenes de hoy en día (y que tienen acceso a la red de redes no lo olvidemos) esculpen su día a día con una herramienta que consideran una extensión más de su vida propia.

Recientemente, Internet cumplió 40 años y uno de sus creadores aseguraba que la Red se encuentra en su adolescencia, con las hormonas a flor de piel, mientras trata de crearse una identidad. Sin embargo, 40 años es una generación en términos vitales de un ser humano, por lo que mientras Internet da sus pasos cada vez más aceleradamente, joven y brillante, aquellos que fueron poniendo piedra sobre piedra en su construcción para convertirla en lo que es (Ya se trate en términos de tecnología o de contenidos) envejecen y desgraciadamente mueren.

La muerte es la última barrera del ser humano, un elemento que nos cuesta de entender e incluso creer, pero como parte de nuestra vida, dependiendo de la cultura que hayamos recibido y donde hayamos crecido, la celebramos o la odiamos aunque sea una parte inseparable de nuestro ser. No hace falta que me vaya muy lejos ni en el tiempo ni en el ámbito de esta página web para recordar el debate que propuso Tomàs Baiget en la lista de distribución Iwetel sobre el directorio Exit. Este directorio era una iniciativa propia de Baiget en el que quería recoger a la mayor parte de los expertos en el tratamiento de información. Cargado de paciencia y una cámara digital, fue retratando y agregando a los profesionales que conoció en cursos, jornadas y congresos. Sin embargo, llegado a cierto punto, algunos de estos profesionales fallecieron y la duda que surgió fue: “Ante esto, ¿qué hacer?”

La muerte parece que se está convirtiendo dentro de esta sociedad de consumo en una de las partes más feas, algo a evitar y obviar en la medida de lo posible. En el mundo real, su gestión está completamente protocolarizada, llevamos miles de años tratando de aceptar y tratar la muerte en nuestras vidas y nuestro entorno social, sin embargo ¿qué hacer en el mundo digital?

No es una decisión sencilla, a pesar de que cada vez más se trata con total normalidad (De hecho, desde la aparición de la Web también lo hicieron los denominados Cementerios Virtuales). Los blogs, esos elementos tan participativos, fueron los primeros que abrieron una brecha para contemplar el fallecimiento de una persona con normalidad. Incluso el suicidio, una de las decisiones vitales más censuradas por nuestra sociedad, ha sido descrito y retratado en algunos blogs. Pero a los administradores de sitios web, la duda sobre el respeto hacia las personas les asalta. ¿Qué hacer con los perfiles de las personas ya fallecidas? ¿Los retiramos por respeto? ¿Los mantenemos como homenaje?

Llegado el momento, la red social Facebook también ha tenido que tomar una posición y ha considerado que lo mejor que se podía realizar es mantener el perfil del difunto como un memorial, un lugar donde sus conocidos pudiesen dejar sus condolencias a su amigo sin que nadie pudiese violentar su memoria. En algunos foros, esta decisión se ha contemplado con cierta guasa como algo ridículo o innecesario, pero no hay nada más lejos de la realidad. Al igual que debemos gestionar lo que publicamos como parte de nuestra vida en la Web, también deberemos acostumbrarnos a aceptar y enfrentarnos a la muerte dentro de ella, siempre que dispongamos distintas opciones sobre cómo queremos tratar ese hecho de una forma personal e íntima, por supuesto.

Publicado en Homo Digitalis

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