Seamos sinceros, lo primero que hace un bloguer cuando enciende su ordenador y abre su navegador es consultar sus estadísticas para empezar el día. Ummm. De acuerdo, puede que me equivoque, puede que lo primero sea mirar el correo, pero entonces estoy seguro que el ego lo deja en un segundo lugar. Sin embargo, las estadísticas de accesos son, en ocasiones, un tanto injustas en cuanto a los seguidores que un sitio web pueda llegar a tener. De hecho, los blogs, que tienen configurados los feeds de una forma correcta (según nuestro punto de vista), disponen de una masa latente de fieles lectores que no caen de forma accidental dentro del saco de resultados que ofrece Google, sino que decidieron en su momento seguir las evoluciones de un sitio y, tal vez, leerlo de vez en cuando.
Feedburner, a la espera de que el futuro lo alcance, nos permite seguir el comportamiento de nuestros lectores y conocer qué textos son los más sugerentes en cada momento. También podemos averiguar cuántos lectores disponemos en cada momento y, al mismo tiempo, cuántos hemos dejado de tener mediante un histórico. En ocasiones, se producen caídas bruscas del número de lectores de feeds y, claro, no podemos achacarlo a las penalizaciones de Google, por lo que encogiéndonos de hombros debemos aceptar la realidad de que hemos dejado de ser interesantes (Esto si es que la caída no se debe a que uno de los agregadores de feeds se encuentra en mantenimiento o inaccesible o ha dejado de mostrar el número de suscriptores durante unas horas). De vez en cuando, Feedburner también hace limpieza ante cifras de acumulados un poco abultados y después de esto te encuentras con que “donde dije digo, dije Diego” y no tienes a tantas personas siguiéndote, sino un número inferior, por lo que una vez más sufres una punzada en el ego al descubrir que en realidad no interesas a mucha gente.
Pero, al fin y al cabo, los bailes de suscriptores son sólo números. Un servicio agregador mediante web informa a Feedburner que dispone de tantos lectores apuntado a nuestro feed y debemos creérnoslo. Sin embargo, al disponer de la opción de la suscripción por correo electrónico, sentimos que los lectores se nos hacen un poco más cercanos, como si un suscriptor por email fuese una persona decidida que nos ofrece una oportunidad cuando publicamos contenidos y no debemos defraudarle.
La pregunta es si lo hacemos. Como das la opción de darte de alta, también debes ofrecerla para darse de baja. Y el hecho es que las bajas se producen con cierta frecuencia. Cuando descubres que un suscriptor por correo se desinscribe piensas que le has fallado a alguien, que realmente lo que escribes, lo que publicas no tiene mayor relevancia para esa persona y huye de la infoxicación como de la peste. Así que andas preguntándote qué es lo que hiciste mal para que esa persona, que te había ofrecido su voto de confianza, se marche para no volver más.
Puede ser que el suscriptor por correo haya, simplemente, descubierto el maravilloso mundo de los feeds y que se dé de baja para no recibir información redundante. Sinceramente puede que esto sea lo mejor que puedas llegar pensar. Pero también puede ser que simplemente ya no esté interesado en los vaivenes normales que sufre un blog, que tu evolución personal e inquietudes ya no le atraigan lo más mínimo, que tu prosa caiga en la reiteración más absoluta o que simplemente le aburras.
Cuando los lectores se marchan, ¿deberíamos volver sobre nuestros pasos? ¿Deberíamos ser los de antes, aunque ya no lo seamos? En definitiva, a final de cuentas, ¿escribimos para nosotros o para vosotros?