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Categoría: Libros

El mundo de los libros

Bibliofagia, comiendo libros

Antes de comenzar, tal vez deberíamos hacer una diferenciación clara para que no nos equivoquemos. Vaya por delante que bibliófagos hay muchos y de distintas categorías, no importa mucho si devoran a Eric Hobsbawm o a Orson Scott Card por poner dos extremos, son personas que simplemente tienen un libro entre manos y lo devoran sin miramientos. Son insaciables, uno detrás de otro, sin importar la cantidad ni cuántos han consumido anteriormente, sin considerar si deberían darse un respiro para tratar de asimilar todo lo anterior o simplemente descansar la mente.

Pero la bibliofagia bien entendida, esa que significa literalmente comer papel en forma de libro, es bastante infrecuente, incluso en la literatura. Seguramente, todo puede deberse a que el papel, compuesto de celulosa, no puede ser digerido por los seres humanos, como entra sale, además de secar la lengua y dejar un sabor un tanto peculiar que hasta el momento el papel tiene.

Sin embargo, la bibliofagia, aunque escasa en la literatura, puede ser recogida como un elemento destructor o para la adquisición del conocimiento. En el primer extremo, nos encontraríamos con un personaje de ficción que decide destruir un libro aunque suponga su muerte inmediata. Estamos hablando del venerable hermano Jorge de Burgos que aparece en el libro El Nombre de la Rosa y en el que decide ingerir el libro supuestamente perdido, además de envenenado, “La Estética” de Aristóteles para que su conocimiento no se propague más allá de la biblioteca de la abadía.

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¿El fin de los bibliotecarios?

Los foros de los profesionales de la información echan humo tras las declaraciones de Isabel Aguilera, directora de Google Ibérica, tras realizar la afirmación de que “nadie tendrá la necesidad de desplazarse a ellas (las bibliotecas) cuando las tenga en su ordenador”. Paso seguido sustenta esa afirmación señalando que el 10% de la información (imágenes, vídeos, libros, mapas, documentos, cuadernos de bitácoras, etc.) que se genera en el mundo se encuentra actualmente alojada en la Red y es previsible que esta cifra aumente a lo largo del tiempo.

Y no es sólo que las empresas y los particulares estén comenzando a volcar sus contenidos en la Red, es que Google está dispuesta a crear su propia biblioteca bajo el nombre de Google Books Search. Este proyecto de la empresa californiana tiene como finalidad la creación de una inmensa base de datos en la que figurarán desde incunables a libros con derechos de autor ya extinguidos. La previsión de Google pasa por escanear completamente el contenido de un total de 15 millones de títulos. Hoy en día, podemos prever lo que nos deparará el futuro cuando esta basa biblioteca esté disponible, ya que el buscador ha habilitado su pequeña biblioteca particular sobre William Shakespeare.  Aquí, además de visualiar gratuitamente las obras del dramaturgo inglés, por ejemplo The Dramatic Works of William Shakespeare, podemos adquirir las obras que nos resulten de interés en alguna de las tiendas electrónicas que Google dispone. Sin embargo, a este macroproyecto problemas no le han faltado desde que se hizo público.

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Sobre el precio fijo del libro

El anteproyecto de la ley del libro se presentó hace dos semanas y las reacciones en la Blogosfera no se hicieron esperar. Así, por ejemplo, tenemos la visión de Juan Varela en Precio fijo y pago por lectura, o Anteproyecto Ley Libro y Lectura con un resumen de cómo ha acogido la prensa el nuevo texto o una visión mucho más tecnológica del asunto Seguiremos sin Amazon.es. Todos ellos bastante interesantes y os recomendamos su lectura, aunque nosotros seguimos con dos nuevos puntos de vista, antiguos eso sí, sobre la conveniencia del precio fijo de los libros.

El primero de ellos, es la viñeta de Romeu que se publicó en el diario El País, mientras que la segunda es un texto de Juan José Millás que dispone de un punto de vista similar.

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¿Por qué se dice que el libro no es un producto como los demás?

El viernes pasado, la Ministra de Cultura, Carmen Calvo, presentó el anteproyecto de Ley de la Lectura, del Libro y de las Bibliotecas. Esta ley, además de regular el famoso canon bibliotecario, establece el precio fijo de los libros por lo que su precio será marcado por el editor y no por el vendedor, aunque se podrán establecer descuentos hasta del 5% de este precio.

El debate se viene produciendo desde hace mucho tiempo, los editores están a favor del establecimiento del precio único, mientras que, por ejemplo, las asociaciones de consumidores están en contra. Estas son algunas de las razones por las que los editores se mostraron proclives al establecimiento del precio fijo afirmando que el libro no es un producto como los otros que se muestran en el mercado:

  1. Porque el libro es un instrumento privilegiado para la difusión de la cultura y de la educación, es decir, se trata de un bien cultural.
  2. Porque cada título, cada libro es una creación original del espíritu, independiente y distinta de cualquier otra, lo que convierte a los libros en otros tantos "prototipos".
  3. Porque los libros compiten entre sí de una manera peculiar y no como los productos comerciales ordinarios: no se elige entre una novela de Cela, García Márquez, de Vargas Llosa o de Pérez Reverte como se elige entre diversas marcas de electrodomésticos, de detergentes o de patatas fritas.
  4. Porque el número de referencias disponibles no tiene parangón en ninguna otra industria: En España son más de 250.000 los títulos disponibles de todas las materias características y especialidades, lo que constituye la diversa y variadísima oferta editorial.
  5. Porque como consecuencia de lo anterior, el libro tiene una rentabilidad dudosa y desigual que requiere un equilibrio entre los libros de gran venta y los de rotación lenta.

PRECIO fijo del libro, ¿por qué? [Madrid] : FEDECALI, [2000], p. 18

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El libro más pequeño… y el más grande

Este fin de semana documenté una fotografía de un libro que se consideraba como el más pequeño del mundo y que como podréis imaginar apenas se podía entreabrir con las uñas. Aquel libro se trataba de una Biblia y mientras archivaba la fotografía, creía que en sus hojas tan sólo se podrían albergar algunas letras o acaso palabras. Sin embargo, andaba muy equivocado y, contemplando detenidamente aquella imagen, comprobé que en aquel libro se podrían entrever párrafos enteros de texto de, por supuesto, imposible lectura a simple vista. En aquel momento, podría haber pensado que aquel era todo un hallazgo, casual eso sí, digno de un texto para esta bitácora, pero pequé de completo ingenuo. Por lo visto, el asunto de los libros en miniaturas sucede como en el caso de las reliquias religiosas, todas dicen ser lo que tal vez ninguna llegue a ser.

Por ejemplo, con una simple búsqueda en Internet, aparece el bibliotecario Mark Palkovic de la Universidad de Cincinnati afirmando poseer el libro más pequeño del mundo. El documento tiene unas dimensiones de 9 x 9 mm con un total de 30 páginas y con tres ilustraciones a color, obviamente, sus textos no pueden ser leídos a simple vista y además tenemos un problema de definición he ahí el principal problema de todo libro pequeño. Si nos atenemos a la definición de la UNESCO de libro, Mark no poseería uno, ya que debería tener al menos 49 páginas, por lo que se trataría más bien de un folleto. Es decir, que porque algo posea forma de libro no deberíamos aceptarlo como tal ¿o tal vez sí?

Por otro lado, si existiese el libro más pequeño del mundo, no sería probablemente único ya que los libros disponen de tiradas de X ejemplares. Así sucede con este ejemplar número 16 del Chamaleon de Chekhov que tuvo una tirada de 100 ejemplares, 50 en inglés y 50 en ruso, por lo que la búsqueda del libro más pequeño se quedaría en la búsqueda de los libros más pequeños del mundo.

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Sobre los libros encuadernados en piel humana

Soy consciente de que es este un texto un tanto escatológico y que no por ello no debería haber sido recogido ya por Chema Jiménez en su Bibliómano. Sin embargo, y aunque nos salgamos de nuevo por la tangente, algo que por otro lado ya se convierte en demasiado habitual, creo al menos curioso recoger el hecho de que, más allá de su contenido, existen los libros denominados como macabros o fúnebres. Estos libros disponen de encuadernaciones con emblemas y grabados que hacen referencia a la muerte y que fueron realizadas a partir de 1538 para cubrir los salterios y oficios de la Virgen. Ante todo decir que lo que aquí se recoge nace de la entrevista que concedió Antonio Carpallo, profesor de Biblioteconomía de la Universidad Complutense de Madrid, a la publicación Gaceta Universitaria en su número 541 del 23 de enero pasado a raíz del descubrimiento de un libro sobre derecho español encuadernado en piel humana en los fondos de la Universidad de Harvard.

Sobre las razones que el profesor aduce para la utilización de estos materiales y el nacimiento de su uso, las respuestas de Carpallo son tranquilizadoras al afirmar que el empleo de este tipo de pieles es bastante infrecuente y rara. Según afirma, principalmente, se hizo uso de la piel humana para la encuadernación durante dos períodos principalmente de la Historia de Occidente: Durante el siglo XVII y XVIII en Francia y el Nazismo.

Por otra parte, los motivos a la hora de la utilización de la piel humana son completamente contrapuestos y contradictorios. En un caso sirve para la humillación de la persona o la raza, mientras que en el otro se debe al capricho de alguien que desea que su piel, después de muerto, sea utilizada para el adorno de su libro favorito o su diario. En cuanto a las condiciones óptimas para la utilización de esta piel, el profesor advierte que su tratamiento tiene que ser igual que la piel de animal, debe curtirse, mientras que tiene que pertenecer a una persona joven, utilizando la piel de la espalda preferentemente, ya que es una zona más lisa y uniforme.

Para los bibliotecarios asustadizos, en el texto se advierte que la única forma de distinguir una piel animal de una humana es mediante la prueba del ADN ya que es difícil distinguirla a simple vista.

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¡Qué vergüenza! Libros por el suelo

Aquellos que quieren imponer su razón, pero no encuentran suficientes argumentos, ni suficientes ideas para explicarse, ni para fundamentarlas, ni para rebatir las razones de otros, sean más o menos acertadas, más o menos fundadas; no dudan de utilizar la violencia para amedrentar a aquellos que se muestran disconformes con sus planteamientos y, en ocasiones, se los debaten con mayor éxito. A lo largo de la Historia, se han sucedido hechos en los que los libros eran atacados como fuente de la difusión de ideas y han tratado de ser destruidos. Por ello, es profunda mi decepción al descubrir que poco se ha avanzado y que en esta sociedad, aunque sean grupúsculos, todavía se ataca a las librerías y a los libros para “defender ideas”.

Destrozos en la librería Tres i Quatre - © José JordánLa prensa lo recogía hoy –Diario El País y Diario Levante– tres encapuchados asaltaron la librería Tres i Quatre de Valencia esparciendo libros por el suelo y lanzando varios objetos al aire, su reclamación “No mos fareu catalans” (No nos haréis catalanes) o “Catalanistes de merda”. Afortunadamente, y aunque alguno de los presentes se encaró con ellos, los hechos no llegaron a pasar a mayores, sin embargo me ensombrece la duda.

Hasta ahora, los ataques a librerías valencianas se habían producido mediante pintadas realizadas en la noche. Ni siquiera la Universitat de València se ha zafado de estas pintadas ya que en reiteradas ocasiones su librería ha sido violentada. La primera pintada se realizó incluso antes de su inauguración el 8 de diciembre de 2003 con la frase “Volem llibres en valencià, no en català” (Queremos libros en valenciano, no en catalán) impresa en sus cristaleras y paredes. Desgraciadamente, hay otra librería que ha sufrido la pintura de este tipo de frases, además de Tres i Quatre que también las ha recibido en reiteradas ocasiones, se trata de la Librería La Traca que en 2003 tuvo sobreimpresa sobre su puerta metálica “Puta Kklunya”.

¡Qué vergüenza atacar a los difusores de las ideas, a la diversidad cultural y las distintas opiniones! ¿Es esta la imagen de sociedad tolerante queremos dar? Personalmente, considero que la sociedad valenciana debería de atajar este tipo de expresiones, es la palabra y las ideas sobre las que se debe encauzar el debate, jamás este tipo de violencia.

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