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Mes: octubre 2005

Citas al libro /2

“Los funcionarios son como los libros de una biblioteca: los situados en los lugares más altos son los más inútiles”
Paul Mason

“Tuve que desalojar de mi cama, blasfemando, un pavoroso diccionario de industria en ¡treinta y siete volúmenes! Sentí en aquel momento el supremo hastío del libro”
José María Eça de Queiroz

“El libro es el opio de Occidente”
Jacques Anatole France

“Tuve la fortuna de topar con libros que no eran demasiado puntillosos con el rigor lógico, pero que en cambio hacían resaltar con claridad las ideas principales”
Albert Einstein

“Estamos progresando. En la Edad Media me habrían quemado y ahora se conforman con quemar mis libros”
Edmund Freud

“Débense buscar los amigos como se buscan los buenos libros. Que no está la felicidad en que sean muchos ni muy curiosos; antes en que sean pocos, buenos y bien conocidos”
Mateo Alemán

“Los libros son, de entre mis consejeros, los que más me agradan, porque ni el temor ni la ambición les impiden decirme lo que debo hacer”
Rey Alfonso II de Aragón

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Primer ‘Tesauro’ mundial en línea

Vía El País nos enteramos de la puesta a disposición de todo documentalista (o no) del primer ‘Tesauro’ multilingüe a escala mundial en el dominio cultural, accesible gratuitamente a través de Internet. De momento, el Tesauro cuenta con más de 500 términos en siete lenguas (inglés, francés, alemán, español, búlgaro, polaco y esloveno) pero 11 lenguas suplementarias se añadirán próximamente. Link: Thesaurus: European Heritage Network
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¿De ‘Hannibal el caníbal’ a ‘Hannibal el bibliotecario’?

Hannibal Lecter, no hace ninguna falta presentarle con su sobrenombre de Hannibal el caníbal, es uno de los personajes que ha calado más hondo en la imaginería popular gracias al cine. Sin embargo, anterior a su salto hacia la fama tras la película El Silencio de los Corderos, Lecter había sido creado por Thomas Harris en novela, con una breve aparición en el Dragón Rojo primero y la novela homónima a la película que le seguiría. Posteriormente, el escritor se lanzaría a la redacción de una tercera novela que vería la luz poco tiempo antes que la película que nos ocupa con el título Hannibal. Después, Lecter volvería a ser retratado en la precuela basada en el primer libro, Dragón Rojo, pero su papel sería menor incluso que en El Silencio de los Corderos. Finalmente, os comentaré que la industria del cine falta de ideas está pensando rodar Behind the mask en la que se nos mostrarála juventud del psicópata que, por supuesto, tendrá su correspondiente libro.

Pero como podéis imaginar, no es éste un texto ni sobre las películas, ni sobre las novelas, ni siquiera sobre la personalidad ni las bases que ayudaron a crear el personaje de Lecter. Curiosamente, en la película Hannibal el psicópata quiere convertirse en bibliotecario y es esto lo que realmente nos interesa, cómo es tratada su figura y, por ende, el de la biblioteca de la Fundación Capponi en la que el doctor quiere trabajar, aunque finalmente las circunstancias y sus ansias le impidan convertirse en bibliotecario.

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A Google lo carga el Diablo

Hoy en día, la típica frase de “está en Internet” está supliendo lentamente a aquello de “lo dice este libro o aquella revista”, como si una cosa o la otra fuesen verdades absolutas e irrefutables. En cuanto al grado de fiabilidad, desde luego que aquello que se edita en papel podemos confiar en que sea más ajustado a la realidad, por aquello que debe de pasar por numerosos filtros hasta su publicación final. Pero no podemos ni debemos olvidar que esto no quiere decir que lo que se encuentra impreso sea completamente correcto ni que sea una verdad absoluta.

Podemos considerar que en el caso de aquello que se encuentra publicado en Internet es un caso a parte, puesto que cualquiera puede volcar cualquier texto a la Red sin que nadie necesariamente le ponga cortapisas. Sin embargo, el hecho de que la Red se convierta en la fuente de información universal parece darnos licencia a permitirnos creer que lo que allí, o aquí, se dice es sin lugar a ninguna duda completamente cierto. Lo cual no quiere decir que no sea ni verdad ni sea falso, sino que tal vez sea completamente circunstancial.

Hace apenas unos días, una de esas personas que realizan sus prácticas en mi lugar de trabajo, mal llamadas prácticos o becarios, acudió al servicio de documentación para solicitar una foto de Fulanito. Desgraciadamente no disponíamos de ninguna foto, por lo que tratamos de localizarlo por el cargo que, según el becario, ostentaba en ese momento. El práctico creía que Fulanito era ni más ni menos que el Presidente de una Institución española, por lo que me sorprendió que no dispusiéramos de ninguna foto de él. La(s) búsqueda(s) resultaron infructuosas puesto que aquel señor no aparecía por ningún lado, aunque, por supuesto, Menganito aparecía tanto como Presidente como ex-presidente de la institución, lo cual nos llevaba a deducir correctamente que había sido relevado.

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El Mago Fedor: Curso de lectura rápida

Los tiempos cambian y ya pasó la época de las lecturas reposadas frente a la chimenea. Ahora, la innumerable oferta de ocio que nos envuelve, compite con nuestro tiempo de lectura y, teniendo en cuenta que muchos no son capaces de fijar su atención en algo más largo que la etiqueta del champú cuando van al baño; los entretenimientos audiovisuales (televisión, juegos multimedia…) tienen todos los números para ganar.

Pero que no cunda el pánico. Hay quien ha encontrado la solución perfecta a nuestra escasez de dedicación a la lectura: los cursos de lectura rápida. En los que, si es cierto lo que algunos prometen, podemos “conseguir mejorar en velocidad y comprensión lectora para poder tratar la información de manera más eficaz y rápida”.

Y yo me pregunto: ¿Qué tiene que ver la velocidad con el tocino? Siempre me había parecido que leyendo demasiado deprisa reducía mi capacidad de comprensión o de asimilación del contenido. Pero al parecer yo estaba completamente equivocada ya que, como otro de estos cursos pregona, la propia ONU recomienda leer y comprender 400 palabras por minuto, siendo la media de lectura normal de 240-300 palabras.

No conozco mi media de lectura en palabras por minuto, ni me preocupa especialmente, por lo que dudo mucho que en un futuro cercano realice alguno de estos cursos por mucho que lo diga la ONU (como si aún alguien a estas alturas hiciera caso de lo que dice). De momento, me quedo con dos argumentos de peso para no realizar un curso de lectura rápida: la frase de Woody Allen “Tomé un curso de lectura rápida y fui capaz de leerme ‘Guerra y paz’ en veinte minutos. Creo que decía algo de Rusia”; y la del prisionero del Mago Fedor

Ver tira completa

En Wizard of Id (El Mago Fedor) : 2, por Johnny Hart y Brant Parker.

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Redondillas Elogiosas para un weblog

Este weblog es un diamante,
Pequeño en la cantidad:
Pero en lo que es en calidad,
No conoce semejante.
 
Este que es de todos cifra,
Nos ha dado ciencia infusa,
Y aunque es cifra, no es confusa,
Que sólo verdades cifra.
 
Es un lenguaje Lacón,
Que al ethnico quiere mal,
Es un alma sustancial,
Sin cuerpo de dilación.
 
Filosófico tesoro,
Que los weblogs ha quemado,
De cuya seda ha sacado,
Solo, y acendrado el oro.
 
Un espejo con vislumbres,
De verdad, y razón clara,
En quien ve el alma la cara,
De su conciencia, y sus costumbres.
 
Es en desnuda verdad
Eráclito Cortesano,
Y Demócrito Cristiano,
Que llora, y ríe su edad.

 Redondillas Elogiosas de Lope de Vega en los preliminares de los Proverbios Morales de Alonso de Barros (1619). Obviamente, hay que cambiar la palabra weblog por libro para obtener el poema original.
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La sabiduría me persigue, pero yo soy más rápido

La frase que trata de condensar todo el significado dice así: La blogosfera es la conversación. Personalmente, después de tanto tiempo por aquí, aunque apenas sea nada, no puedo estar más de acuerdo y creo que intento ejercer esa conversación con mayor o menor éxito, con más o menos intensidad, obviamente, dependiendo del momento y de las circunstancias.

Desgraciadamente, suele suceder que, uno es humano, comete errores, sufre despistes y no se percata ni de si tiene controladas todas las fuentes, ni siquiera todos los puntos de vista, que uno no puede detenerse a leer atentamente todos los posts que se publican, ni todos los artículos, ni sigue todos los enlaces, ni mucho todos los comentarios. Que sí, es cierto que uno trata estar al día, pero no dispone del tiempo suficiente para leerlo todo, a veces ni siquiera para postear, ni mucho menos comentarlo, que uno puede pasar de soslayo por una noticia que no le parece interesante, pero a lo largo del tiempo descubre que esto es muy bueno. En definitiva, como dice el graffiti universitario, que la sabiduría parece perseguirme, pero desafortunadamente para mí, yo soy más rápido.

Para comprender a lo que quiero llegar, debemos comenzar por la quinta esencia de la blogosfera: la referencia y el debate. Aunque la blogosfera evoluciona y necesitaríamos un artículo completo para tratar de desmenuzar las formas y los modos en las que se publica en ella, nos vamos a quedar con estos dos tipos de textos citados, puesto que son los esenciales y básicamente muchos blogueros pasamos por ellos.

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