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Etiqueta: Valencia

Jornada de puertas abiertas de la Biblioteca Valenciana

Hace unos días, comentábamos que la Biblioteconomía no pasaba tan sólo por la conservación de los fondos que un centro de información pueda poseer, que hay que siempre hay que tener una actividad proactiva, acercando tanto los documentos como las actividades que se realizan dentro de ella a la sociedad. Es una actividad sencilla, básica, pero ya nos alejamos un poco de la imagen tradicional, cerrada y anquilosada de Biblioteca.

Un ejemplo lo podemos hallar en la Biblioteca Valenciana, de la que ya hemos recogido aquí algunos textos, a la que el diario Levante le dedica el texto Dos millones de libros al desnudo en la que se nos detalla las actividades que se realizan durante la jornada de puertas abiertas que está llevando acabo la institución actualmente.

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Veinte años de la biblioteca del paciente del Hospital Clínico Universitario

La biblioteca del paciente del Hospital Clínico Universitario [de Valencia] cumple veinte años al servicio de los usuarios. Para explicarnos los inicios y retos de este biblioteca "especial" hablamos con Magdalena Navarro.

Fuente: DELGADO, Jorge. Veinte años de la biblioteca del paciente del Hospital Clínico Universitario. Lletres Valencianes, n. 20, 2007. p. 122-123

¿Cuándo se inauguró la biblioteca del paciente del Hospital Clínico?

La biblioteca del paciente del Hospital Clínico se inauguró en el año 1987 como consecuencia de la aprobación del texto del Plan de Humanización de la Asistencia Sanitaria. Este plan en su artículo 12, en el apartado referente a la Carta de Derechos y Deberes del paciente dice: "el Hospital, facilitará el acceso a los medios y sistemas de comunicación, cultura, posibilidad de actividades que fomenten las relaciones y el entretenimiento del ocio". Con este principio muy presente se decidió crear la biblioteca y situarla en el Pabellón A en la entrada del edificio materno infantil.

¿Con qué fondo contaba en sus inicios?

La biblioteca comenzó su andadura con un modesto fondo bibliográfico compuesto por 420 libros. Este fondo fue aportado por la Conselleria de Cultura, Educació i Esport y el resto fueron adquiridos por el centro hospitalario que en aquel año contaba con un presupuesto de 100.000 de las antiguas pesetas [600 €]. El éxito de la iniciativa fue tan grande que empezó una generosa colaboración, en la que tanto familiares de pacientes como personal sanitario fueron aportando ejemplares. En poco tiempo, el fondo bibliográfico fue aumentando de manera considerable con las aportaciones de la Conselleria de Cultura, Educació i Esport, de la que nunca nos ha faltado colaboración y asesoramiento bibliográfico, y también de las propias editoriales que aportan libros de sus fondos.

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Habemus collegium!

Ayer tuvo lugar la Asamblea Colegial Constituyente del Colegio de Bibliotecarios y Documentalistas de la Comunidad Valenciana, aprobado por Ley en 2006. Tras años de lucha por parte de las dos asociaciones que propiciaron e incentivaron su creación, la Asociació de Bibliotecaris Valencians (ABV) y la Asociación Valenciana de Especialistas en Información (AVEI), ayer se aprobaron sus estatutos y se eligió la comisión gestora del Colegio, iniciándose un nuevo camino para nuestra profesión en esta comunidad.

No pretendo abordar aquí las bondades de colegiarse, siendo un tema que ya se ha tratado en este blog. Me limitaré a relatar las impresiones que me produjo este encuentro profesional, el verdadero motivo de mi asistencia.

Asistí a esta Asamblea con la curiosidad y el interés que la creación de este Colegio había despertado en mí, pero principalmente por la esperanza de reencontrarme con compañeros de estudio y trabajo. Mi desconcierto fue grande al ver que la representación de los diplomados y licenciados en Biblioteconomía y en Documentación brillaba por su ausencia. Aunque, evidentemente, no conozco a todos los titulados de la Comunidad, apenas fui capaz de reconocer a tres compañeros de promoción y a otras cuatro personas más de otras promociones.

Cierto es que para participar en esta Asamblea Constituyente era preciso pertenecer a alguna de las dos asociaciones antes mencionadas y apuntarse a un censo, para el cual había que justificar nuestra titulación o dos años de experiencia en labores bibliotecarias o documentales. Pero lo que no es menos cierto, es que esto refleja la falta de implicación y concienciación de nuestros titulados por la necesidad de asociarse o colegiarse para luchar por el interés común de la profesión.

Quizá el caso de la Comunidad Valenciana no sea peor que el de otras comunidades. Después de todo, en España sólo existe otro colegio, el Col•legi Oficial de Bibliotecaris-Documentalistes de Catalunya (COBDC); a pesar de que comunidades como Madrid o Andalucía tienen una larga tradición de formación universitaria en Biblioteconomía y Documentación. Desconozco si el nivel de asociacionismo allí es significativo, pero lo que sí sé es que pocos de mis compañeros de estudios están asociados.

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Sobre la endémica falta de fondos de las bibliotecas valencianas

No nos vamos a cansar de denunciar que las bibliotecas valencianas no disponen de los fondos suficientes, tampoco es que no guste hacer seguidismo a los partidos políticos sobre las denuncias que realicen sobre las inversiones que hacen unos u otros, pero poco, nos gusta muy poco, que encontrándonos a 9 de enero el remozado Diari Oficial de la Comunitat Valenciana (DOCV) publique cancelaciones de inversiones a bibliotecas por distintos motivos como la renuncia a la ayuda, no haber justificado en plazo o haber justificado toda la ayuda incorrectamente. Esto se publica en el DOCV de hoy (Nº 5424):

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Cambio de formato, cambio de nombre: del DOGV al DOCV

“Año nuevo, vida nueva”. Eso es al menos, lo que deben haber pensado las autoridades de la Comunidad Valenciana al esperar al cambio de año para hacer efectivo el cambio de nombre del boletín oficial de esta comunidad autónoma (“de ésta, nuestra comunidad”, si me permitís la broma).

Este cambio de denominación de “Diario Oficial de la Generalitat Valenciana” (DOGV) a “Diario Oficial de la Comunidad Valenciana” (DOCV), ha provocado la disconformidad del propio organismo jurídico consultivo de la Comunidad, ya que entra en conflicto con el recientemente aprobado Estatuto de Autonomía. Pero, a la mayoría, estas discrepancias políticas no nos preocupan demasiado y, para nosotros, seguramente seguirá siendo el “doj” (no hay otra forma de pronunciarlo); al igual que el DOUE (Diario Oficial de la Unión Europea), no ha dejado de ser el DOCE (Diario Oficial de la Comunidad Europea) para muchos.

Tengo que reconocer que el cambio de nombre, y su consiguiente polémica, me pasaron totalmente desapercibidos en su momento, seguramente debido a mi costumbre de leer ciertos artículos “en diagonal”, cuando anunciaron a bombo y platillo algo que me parecía mucho más importante: la desaparición del diario en su edición en papel. De momento, el Diario de Sesiones de los Plenos de Les Corts Valencianes va a seguir el mismo camino, respecto a la desaparición de su formato en papel, y ya veremos quién es el siguiente.

Pero no son las cuestiones semánticas ni menos las políticas las que quiero analizar aquí, sino los cambios más drásticos que ha sufrido este boletín oficial al comenzar el nuevo año ya con su versión digital definitiva.

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«La digitalización de los escritos permite que se pueda investigar desde Valencia»

Ramón Ferrer ha sido nombrado vocal del Patronato del Archivo de la Corona de Aragón por el Consell y dice que no quiere que se saquen los documentos de su ubicación: «No hagamos otro Archivo de Salamanca».

-¿Su pertenencia a la Acadèmia Valenciana de la Llengua y a la Real Academia de Cultura Valenciana ha sido determinante para su nombramiento como vocal en el patronato del Archivo de la Corona?

-No creo. Supongo que será más bien mi trabajo como profesor de Historia Medieval en la Universitat de Valencia.

-¿Puede influir su ideología lingüística en su trabajo dentro del patronato?

-No sé. Supongo que tendrá que ver con los planteamientos que voy a defender de todo lo valenciano.

-¿Cuál va a ser su objetivo principal dentro del Archivo?

-Que los investigadores valencianos puedan estudiar los documentos del archivo sin tener que desplazarse a Barcelona.

-¿Quiere decir que los documentos deben salir del archivo?

-No. No hagamos más Archivos de Salamanca. Yo planteo que se digitalicen los documentos para facilitar la investigación de los valencianos y que éstos puedan estudiarlos desde Valencia.

-¿Qué iniciativas va a proponer?

-Primero nos tenemos que reunir para ver lo que se puede hacer. Lo importante para mí es priorizar lo valenciano y así saldremos todos beneficiados.

-¿Puede que nos sorprenda con algún documento inédito?

-Es difícil porque el Archivo de la Corona es uno de los mejor custodiados y sus archiveros han realizado un excelente trabajo, aunque puede que se halle algo interesante en escritos que no se han visto.

-¿Cómo se enfrenta a su cargo?

-Con mucha ilusión en desempeñarlo al servicio de los valencianos.

PEÑA, Jessica F. Ramón Ferrer: «La digitalización de los escritos permite que se pueda investigar desde Valencia». En: Diario Levante-EMV. Domingo, 24 de diciembre de 2006. Valencia.

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La biblioteca clandestina

El Monasterio de San Miguel de los Reyes fue, antes que sede de la Biblioteca Valenciana, cárcel durante la época franquista y lo más curioso es que en ese espacio oscuro en su historia se editaron libros. Libros autoeditados por los propios presos para su divertimento y para mejorar su preparación por la gran cantidad de profesores y maestros que cumplían condena en los muros del monasterio.

Isidro Guardia participó en la 82ª Brigada Mixta durante la Guerra Civil, posteriormente se incorporó a la resistencia interior antifranquista. Detenido en junio de 1940 por formar parte, como Secretario de Organización, del Comité Regional de la CNT (Conferderación Nacional del Trabajo), fue condenado a muerte en noviembre de 1941. Tras la conmutación de su condena, permaneció en la cárcel hasta 1950. El artículo La Biblioteca Clandestina nos acerca a la realidad que se vivió durante aquellos años, cuando los libros tenían que ser escondidos y eran un bien preciado.

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