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Categoría: Visto/Leído

¿La Biblioteca 2.0 ≈ La Bablateca?

La imagen que os he dejado a la izquierda la podéis encontrar en el libro, que ya comentamos en este sitio web, “Más allá de Google” y que dispone de una fuerza increíble a la hora de sintentizar y exponer el movimiento 2.0. Desde aquí, siempre hemos contemplado con cierto escepticismo el binomio “Biblioteca + Web 2.0” si desde éste, sólo se contemplaba a las nuevas herramientas tecnológicas dentro de la Web 2.0. Puede que conscientes que algunos comprobarían con disgusto el nuevo invento de los más avezados tecnófilos de confundir al personal.

Puede que como Javier Candeira asevera “Nos fijamos demasiado en las virtudes de lo que ya tenemos y en los defectos de lo nuevo”, algo que también deberíamos apuntarnos por la parte que nos toca, mientras que algunos van intentando repartir gafas 2.0 para los más escépticos sin acritud. Sin embargo, a pesar de los efectos colaterales que la nueva terminología puede provocarnos, sepultados por la capacidad inventiva de los expertos en marketing, puede ser que todo esto nos traiga un poco de aire fresco para, al menos, enterarnos de los avances que se hacen en otras bibliotecas buscando la satisfacción del usuario.

Porque, a pesar de lo que pueda decir Fernando Juárez, es probable que la tendencia más 2.0 que le gustaría acometer en su biblioteca de Muskiz es precisamente servir cafés, porque las bibliotecas, más allá de los libros, comprueban cómo sus usuarios demandan, además del silencio, otro tipo de actividades y servicios. Éste es el momento de la conversación, entre profesionales, de forma horizontal, ensayando, acertando y fracasando, compartiendo y construyendo un nuevo modelo de institución para la difusión de la información, la cultura y el conocimiento. Un modelo de biblioteca para nativos digitales sin perder de vista a los inmigrantes digitales, donde los presupuestos no sean determinantes en la toma de decisiones, ante el olvido de las administraciones públicas, y un impedimento para la innovación.

Y si hay que acudir donde se encuentran los usuarios, se va, sin miedo, porque tampoco hay que ser un gran experto en la Web, ni mucho menos, para ser un bibliotecario 2.0. Y si estos se vuelven a mover, nos adaptamos al cambio y nos marchamos con ellos, puesto que para eso hablamos, para reflexionar de forma abierta y sin complejos, dentro de la sociedad en la que vivimos y donde las bibliotecas deberían ser parte determinante. Es la hora de los blablatecarios.

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El Archivo Hospitalario de «American Splendor»

La película American Splendor plasma en formato fílmico la obra autobiográfica que Harvey Pekar había reflejado previamente en una serie de cómics homónima. Este contador de historias -ya que los dibujos eran realizados por diversos autores del cómic underground-, como realmente se ganaba la vida era como archivero en un hospital de veteranos de Cleveland. Harvey Pekar trabajó en dicho archivo hasta su jubilación, incluso una vez alcanzado el éxito con su obra, y en American Splendor queda recogido el poco interés y el tedio que su rutinario trabajo como archivero le producía.

En diferentes escenas de la película, que transcurren en los años 70 y 80, se muestra el archivo clínico en el que trabajaba, con sus estanterías sin fin llenas a rebosar de carpetas clasificadas por colores, o el aún más tétrico depósito, con viejos archivadores de madera y cajas de cartón, donde iban a parar las historias clínicas de los fallecidos.

Ya empezado el siglo XXI, y con la irrupción de la informática y la digitalización de documentos, podríamos esperar que esas imágenes de un archivo de hace más de 20 años no pudieran identificarse con los archivos actuales, pero teniendo en cuenta algunas noticias que os hemos hecho llegar y otras muchas que se oyen quizá las cosas no hayan cambiado tanto.

Harvey Pekar, interpretado por el actor Paul Giamatti, en su mesa entre las asfixiantes estanterías del archivo de historias clínicas activas.
Harvey Pekar, interpretado por el actor Paul Giamatti, en su mesa entre las asfixiantes estanterías del archivo de historias clínicas activas.
Las historias clínicas y su clasificación de colores.
Las historias clínicas y su clasificación de colores.
Guardando historias clínicas de fallecidos en el sombrío depósito.
Guardando historias clínicas de fallecidos en el sombrío depósito.
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Citas al libro /31

“La calidad literaria es inversamente proporcional al número de lectores”
Juan Benet

“Cuántas veces nos hayamos con lectores entusiasmados con obras que obviamente no dicen lo que ellos creen entender”
Fernando Lázaro Carreter

“La lectura de todos los grandes libros es como una conversación con los mejores de los siglos pasados”
René Descartes

“Aquellos que se han aplicado con más ardor a la lectura de libros y a la búsqueda de la verdad son los mismos que nos han inducido a un mayor número de errores”
Nicolás de Malebranche

“En manos del lector, los libros tienen su destino”
Terenciano Mauro

“Leo la mayor parte de la noche y voy al Sur en invierno”
Thomas S. Eliot

“El público es tan necio que prefiere leer lo nuevo que lo bueno”
Arthur Schopenhauer

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«Todos los hombres del presidente» de Alan J. Pakula

Todos los hombres del Presidente (All the President’s Men) es una película basada en las tareas de investigación que los periodistas de The Washington Post, Bob Woodward (Robert Redford) y Carl Bernstein (Dustin Hoffman), llevaron a cabo durante el escándalo del Watergate (1972-1974) que finalizaría meses después con la dimisión del presidente de los Estados Unidos Richard Nixon. En un trabajo de investigación profundo y en el que nadie creía – de hecho Woodward llevaba apenas unos meses en el periódico cuando inició su investigación, es decir era un novato, y trataron de pasar el tema a un redactor más experimentado cuando la dimensión del caso fue ampliándose – las tareas de recuperación de información y entrevistas con testigos y con implicados fueron determinantes para esclarecer lo que realmente había sucedido dentro del Hotel Watergate.

Para percatarnos de el enorme trabajo que supuso desvelar el verdadero trasfondo de lo que se convertiría en un escándalo de enormes proporciones, en la película se nos ofrece una simple muestra. Las pesquisas de los dos reporteros les llevan hasta Howard Hunt y su secretaría que había solicitado una serie de libros sobre el asesinato de John F. Kennedy a la Biblioteca del Congreso (Library of Congress). Woodward consulta a una de las bibliotecarias si ese extremo era cierto y durante un momento de duda la bibliotecaria lo afirma para posteriormente negarlo todo. Sorprendido por la reacción de la bibliotecaria, Bernstein vuelve a llamar y se produce de nuevo la negación de la bibliotecaria. El hecho de que la Casa Blanca pida material sobre Kennedy a una biblioteca podría parecer poco relevante, hay que recordar que Nixon se enfrentó a JFK en las elecciones presidenciales y perdió, pero las formas y el aparente temor que parece demostrar la bibliotecaria ante una cuestión tan trivial invita a los dos investigadores a desplazarse hasta la Biblioteca del Congreso.

Finalmente, ante la imposibilidad de poder contrastar el interés de la Casa Blanca sobre el asesinato de Kennedy vía telefónica, los dos periodistas solicitan revisar las fichas de préstamo de todo un año (1971) ante lo que uno de los bibliotecarios accede no sin antes decirles: “Se les van a caer los ojos”.

En la película, se nos ofrece un plano cenital de una de las salas de consultas de la Library of Congress que es lo que recogemos aquí.

Un comentario

Las características de la información como un bien económico

Durante los últimos veinte años, los investigadores han desarrollado un creciente campo de investigación sobre el valor de la información y sus características únicas como un bien económico. Algunas de las características únicas de la información como una entidad económica incluyen:

  • La información es cara de producir, no así de reproducir ya que apenas dispone de costos.
  • La información puede ser un bien público, privado, o un bien híbrido.
  • Dependiendo del tipo de bien (público, privado o híbrido), el valor de la información puede aumentar o disminuir en función de su disponibilidad.
  • La información es un bien unido a la experiencia. Su valor puede revelarse sólo después de su uso.
  • El valor de la información es, en gran medida, subjetivo.
  • La información se transfiere principalmente por la copia. Por lo tanto, los derechos de propiedad no, o al menos no deberían, plantear un problema.

El valor de la información es una de las ideas más difíciles de conceptualizar. Los investigadores han analizado este concepto en una gran variedad de formas, cada uno complementando al otro, así como aumentando la complejidad del concepto. La información puede ser una mercancía, un producto, un servicio o una experiencia. Además, su valor aumenta a lo largo de este continuo. El valor a veces es asignado en la forma que la información es empaquetada y distribuida; pero, en ocasiones el valor es inherente a su contenido a pesar de la forma que es transmitida. También el valor de la información puede estar derivado del intercambio o su uso y pueden ser evaluado de forma normativa, realista o subjetiva.

[…]

AHARONY, Noa; RABAN, Daphne R. Economics of information goods: An interdisciplinary subject for Israeli LIS and MBA curricula. Library & Information Science Research, 30 (2008), p. 103

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Las lectoras de Edward Hopper

Hace unos días, Marcos recordaba una de nuestras aficiones favoritas y que, lamentablemente, estabamos descuidando: mostrar como el mundo de los libros, las bibliotecas y los bibliotecarios quedaba reflejado en el cine. Otro tanto hemos hecho en ocasiones en la literatura o en el comic, principalmente en la sección bibliohumor, y más de una vez nos hemos planteado ver también cómo se refleja nuestro mundo bibliófilo en el arte.

Como cada nuevo año, todos empezamos con buenos y nuevos propósitos que raramente llevamos a buen puerto; pero quizá, mostrar como la lectura y los libros han inspirado a grandes pintores, no sea una meta tan inalcanzable. Y para empezar con buen pie, he escogido a uno de mis pintores favoritos del pasado siglo, Edward Hopper.

Cuando Edward Hopper (Nyack, 22 de julio de 1882 – Nueva York, 15 de mayo de 1967) pinta en sus cuadros la América que conoció: las grandes ciudades, las pequeñas ciudades provincianas, los campos cortados por postes de telégrafos y vías de tren, los faros frente a mares que no podemos vislumbrar; éstos reflejan una soledad que golpea con su crudeza la mirada del espectador.

Los escasos personajes que aparecen en sus cuadros habitan en su propio mundo solitario, mudos, aislados, sin comunicarse entre ellos; pero las múltiples lectoras que pueblan sus cuadros no me dan la sensacion de que su soledad sea tan terrible, ya que su mundo interior se expande con la lectura de un libro en la privacidad de su habitación, una revista en un largo viaje, un periódico mientras descansan en su lugar de trabajo o, incluso, un folleto publicitario o el programa de una obra de teatro mientras espera que comience la representación.

A pesar de la impersonalidad de una habitación de hotel, de rodearse de extraños en su vestíbulo, o de lo efímero de un viaje en tren, sus lecturas las acompañan y las enriquecen ampliando su horizonte.

Chair Car (1965)
Chair Car (1965)
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Como todo nuevo año, nuestras mejores intenciones: Leer

Como viene siendo ya tradición en este pequeño blog, deseamos nuestros mejores deseos para nuestros lectores en este nuevo año con una tira cómica. Y como el año pasado, saludamos a este 2009 con uno de nuestros humoristas gráficos preferidos, Forges.

Mucha suerte y mucha felicidad para los próximos 365 días que nos vienen.

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