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Etiqueta: Archiveros

El Archivo Hospitalario de «American Splendor»

La película American Splendor plasma en formato fílmico la obra autobiográfica que Harvey Pekar había reflejado previamente en una serie de cómics homónima. Este contador de historias -ya que los dibujos eran realizados por diversos autores del cómic underground-, como realmente se ganaba la vida era como archivero en un hospital de veteranos de Cleveland. Harvey Pekar trabajó en dicho archivo hasta su jubilación, incluso una vez alcanzado el éxito con su obra, y en American Splendor queda recogido el poco interés y el tedio que su rutinario trabajo como archivero le producía.

En diferentes escenas de la película, que transcurren en los años 70 y 80, se muestra el archivo clínico en el que trabajaba, con sus estanterías sin fin llenas a rebosar de carpetas clasificadas por colores, o el aún más tétrico depósito, con viejos archivadores de madera y cajas de cartón, donde iban a parar las historias clínicas de los fallecidos.

Ya empezado el siglo XXI, y con la irrupción de la informática y la digitalización de documentos, podríamos esperar que esas imágenes de un archivo de hace más de 20 años no pudieran identificarse con los archivos actuales, pero teniendo en cuenta algunas noticias que os hemos hecho llegar y otras muchas que se oyen quizá las cosas no hayan cambiado tanto.

Harvey Pekar, interpretado por el actor Paul Giamatti, en su mesa entre las asfixiantes estanterías del archivo de historias clínicas activas.
Harvey Pekar, interpretado por el actor Paul Giamatti, en su mesa entre las asfixiantes estanterías del archivo de historias clínicas activas.
Las historias clínicas y su clasificación de colores.
Las historias clínicas y su clasificación de colores.
Guardando historias clínicas de fallecidos en el sombrío depósito.
Guardando historias clínicas de fallecidos en el sombrío depósito.
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¿Eres un profesional push o pull?

Hace unos meses, escribí una lánguida proclama, o soflama según se mire, sobre la excusa, llamémosla así, de la que frecuentemente echan mano los bloguers para dejar de publicar sus blogs. En aquel momento, rompía una lanza porque las organizaciones permitiesen, siempre que fuese conveniente y dentro del ámbito profesional, mantener actualizadas sus bitácoras a aquellos trabajadores que mantuviesen un weblog profesional puesto que revertía de una forma positiva en ellas. Hoy mi objetivo es otro, y lamentablemente, se trata de los propios profesionales que se dedican a este trabajo de gestor de la información.

Lara Rey asegura que soy un ingenuo, que las cosas no suceden ni son como yo las veo, ni como creo o como yo debería considerar que fuesen. Te confirmo desde aquí, Lara, que lo soy. Soy un ingenuo, hay ciertas cosas que no se me deberían permitir leer, ya que me desengaño irrevocablemente. Concretamente, me hiere profundamente leer estas cosas:

Soy bibliotecaria porque es una profesión fácil con un buen sueldo, poco trabajo, poco estrés y que no requiere prácticamente ningún esfuerzo. Supongo que es por eso por lo que la gente quiere ser bibliotecario. Ah y tiene muchas vacaciones. Todos los trabajos interesante y que ofrecen algún tipo de reto requieren mucho esfuerzo y ambición y yo soy floja y no soy nada ambiciosa.

Puedo llegar a entender que estudiantes a los que no les alcanza la nota de la prueba de acceso a la universidad, acaben dentro de una carrera que no les gusta – a quién no le ha pasado eso -, que encuentran “ridícula” y aburrida. Puedo llegar a entender que los "estudiantes-funcionarios", que no disponen de otro objetivo que sacarse una oposición, tengan como máxima aspiración la persecución de la tan ansiada plaza en la administración pública; pero no puedo creerme, no puedo permitirme creer, que una persona aspira a trabajar en un lugar porque no le supone ningún esfuerzo y es un puesto cómodo. ¿Dónde quedan las aspiraciones profesionales de uno? Puede que yo todavía sea demasiado joven.

Para la sociedad, la visión que tiene de nosotros la sociedad, ya es lo bastante negativa como para que además nos consideren unos vagos. Puede que seamos antipáticos (Por el silencio eterno en nuestros puestos de trabajo), inflexibles (Las penalizaciones por el préstamos) y un poco serios (La procesión va por dentro), pero sólo nos faltaba que nos consideren inútiles y gandules. Para entonces ya podemos apagar y abandonar la sala que habremos fracasado como profesionales.

A veces me sorprendo a mí mismo considerando que todos que poseen el título de Diplomado en Documentación, deberían destilar mi entusiasmo y mi curiosidad sobre el mundo de la información. Por supuesto que esto es imposible y, a día de hoy, ya estoy un tanto desengañado. Lo mío es vocación, elegí mi profesión conscientemente, sabiendo que tal vez no obtendría un trabajo en ella, pero que me encantaba y que no quería ser funcionario a no ser que no me quedase otro remedio. Dentro de ella, he conocido a personas que han destilado el mismo entusiasmo, se pelean con sus jefes por lo que creen más correcto, tratan de innovar y nunca se rinden (Gracias Fernando por estar ahí). Por supuesto que después tenemos los que simplemente buscan su título y su trabajo, los que llegan por accidente y los que, bueno, puede que no tuviesen nada mejor que hacer.

Pero ninguno de ellos, fuese cual fuese su condición, debería permitirse el lujo de considerar que esta profesión es estática, ni mucho menos. Hoy en día los cambios se suceden cada día, quedarse quieto es un error y lo que se enseña en las universidades no es ni de lejos todo lo que nos podemos encontrar. Muchos estudiantes se quejan de que eso no me lo han enseñado en la universidad; la réplica pasaría por eres un crédulo al considerar que en la universidad te lo van a enseñar todo o, si queremos ser benevolentes, tampoco te has preocupado en buscarlo o aprenderlo. El estado del arte real no te lo dan en las bibliografías de las asignaturas universitarias, a veces hay que ir un poco más lejos y buscarlo en otros sitios.

Un profesional debe, por fuerza o necesidad, amar un aspecto de esta profesión, preocuparse de estar al día, leer todo lo que le llega a sus manos y no se queda sepultado por el trabajo lamentándose que no dispone de tiempo. ¡Incluso la CDU, santa sanctorum de esta profesión, se renueva cada ciertos años! El mundo se mueve, las formas  y vías comunicativas se desarrollan y la Biblioteconomía/Documentación deberían acompasarlo.

¡Leed siempre malditos! El mundo no os esperará en los cambios. ¿Eres un profesional push (que espera los cambios) o pull (que se anticipa a ellos)?

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Rimas a un archivero

Hay personas que se cruzan en tu vida y poco a poco la van transformando, sin que tú lo quieras, ni que lo adviertas. Durante el paso por la universidad, encuentras a un puñado de esas personas que debes saber guardar cual tesoro. Hoy es el vigésimo noveno aniversario de una de aquellas personas, que se enfrenta a un cambio radical en su vida, positivo por supuesto, así que le dedico estas rimas escritas ya hace un verano.

La advertencia que os hago es que no reflejan ni su persona ni su buen hacer profesional, pero permitidme la licencia a la hora de dedicárselas ahora que una nueva generación se acerca [Entiéndase por crío].

¡Felicidades Javier!

Mientras guarda el documento mugriento
Al archivo le duele el silencio
De aquello que se fue y no se llevó el viento.
Sólo queda hollín de aquel tesoro,
Cenizas de la memoria de un pueblo,
Cómo pesa la losa del tiempo
Sobre los hombros del archivero.
No llores más viejo compañero,
Acaso no sabías que el papel juega con fuego
Una ascua de cigarrillo es suficiente prefijo
Para transformar en humo tanto sentimiento

 

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El archivo real de Gondor

Fernando Siles ya publicó en su antiguo blog Barbol.com un texto sobre el Archivo de Gondor que afortunadamente rescató para Véase Además cuando el primero cerró. Personalmente, soy un tanto desconocedor del mundo de la Tierra Media más allá de los libros publicados por J.R.R. Tolkien o de las películas de Peter Jackson; por lo que si alguien tuviese alguna duda sobre este tema, os recomendaría que acudieseis antes a Fernando dejándome a mí un poco al lado puesto que sé poco más de lo que él escribió sobre este tema.

El objetivo de este texto es reseñar la recreación que se hizo en la primera parte de El Señor de los Anillos, La Comunidad del Anillo, de este archivo que, como se verá, posee el imaginario social que se tiene de los archivos. Es una lástima que en este mundo de fantasía los elfos no tengan archivos, o no se sepa de ellos, seguramente todo estaría bien iluminado y correctamente organizado. En fin, son elfos y es lo que se espera de ellos, ¿no? Entremos en materia.

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Secretos del Archivo Secreto Vaticano

[…]

Pese a lo de "Secreto" y a los enigmas históricos que custodia, el archivo, sostiene el prefecto, no es más que eso, un archivo. "Aquí no hay nada de conspiraciones a lo Código Da Vinci, que, permítame decirlo, me parece un libro pésimo. No se puede comparar con El nombre de la rosa. Es preocupante ver su influencia, observar cómo la gente puede creer en ese tipo de cosas". El Archivo Secreto Vaticano forma parte de ese imaginario de las conspiraciones y los misterios. ¿Es víctima de su propio mito? Hace unos años, en su terraza del cercano Trastevere, el escritor Peter Berling, pionero de la teoría del Grial como la sangre de Cristo, extendía su grueso dedo acusador hacia el Vaticano para señalar el lugar donde se ocultaban todas las respuestas a todas las preguntas. "No me importa el mito. Tenemos la consideración de los historiadores serios y el resto, la vulgar leyenda, no importa". Hombre, si cambiaran lo de Secreto. "No se puede, siempre se llamará Secreto, significa privado, reservado, porque es el archivo de la Santa Sede, el archivo del Papa".

Con sus 85 kilómetros lineales de documentos, el problema básico que tiene el Archivo Secreto es de espacio y ordenamiento. "Ése es nuestro reto, con nuestros escasos medios hacer que todo esté arreglado archivísticamente. Si no, los historiadores dirán que lo que no aparece lo hemos ocultado".

Tras la entrevista, Pagano accede a la petición, humilde por supuesto, de una somera visita a las salas de consulta del Archivo Secreto. El Archivo en sí, los fondos, se encuentra repartido en varios espacios de almacenamiento, entre ellos los locales subterráneos inaugurados en 1980 bajo el Cortile de la Pigna, sobre los que se desplazan cada día miles de turistas camino de los Museos Vaticanos. De las dos salas de estudio una está dedicada a la consulta informática -un acceso lleva hasta donde se encuentra el monumental índice- y la otra es donde los investigadores reciben los legajos en unas mesas de madera con atriles. El momento culminante del acceso al exclusivo Archivo es un anticlímax. El lugar, muy poco impresionante pese a todo, mezcla la funcionalidad con una cierta atmósfera monacal que seguramente haría felices a Borges o a Guillermo de Baskerville. Al entrar discretamente, los estudiosos alzan la cabeza y vuelven en seguida a lo suyo. La sala no está llena ni mucho menos.

[…]

Extraído de: ANTÓN, Jacinto. En busca de los secretos vaticanos. En: Diario El País. Sábado, 30 de septiembre de 2006, Madrid.

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Definiciones relativas al «Archivo»

archivo.
(Del lat. archīvum, y este del gr. ἀρχεῖον, residencia de los magistrados).
1. m. Conjunto ordenado de documentos que una persona, una sociedad, una institución, etc., producen en el ejercicio de sus funciones o actividades.
2. m. Lugar donde se custodian uno o varios archivos.
3. m. Acción y efecto de archivar (? guardar documentos o información en un archivo). Entregó la documentación para proceder a su archivo.
4. m. Acción y efecto de archivar (? dar por terminado un asunto). El juez ordenó el archivo del caso.
5. m. Inform. Espacio que se reserva en el dispositivo de memoria de un computador para almacenar porciones de información que tienen la misma estructura y que pueden manejarse mediante una instrucción única.
6. m. Inform. Conjunto de la información almacenada de esa manera.
7. m. Col. oficina.
8. m. p. us. Persona en quien se confía un secreto o recónditas intimidades y sabe guardarlas.
9. m. p. us. Persona que posee en grado sumo una perfección o conjunto de perfecciones. Archivo de la cortesía, de la lealtad.

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No me llames bibliotecario, llámame…

Nancy Friedberg escribía en el diario The New York Times, en octubre de 2001 nada menos, que el nombre que pudiese definir un puesto de trabajo podía hacer cambiar significativamente la retribución que se podía obtener por él. Uno de los ejemplos significativos que aportaba consistía en la denominación del trabajo de bibliotecario. De esta forma, para un puesto denominado Bibliotecario (Librarian) una persona podía ganar hasta 27.000 $ al año, pero si se cambiaba esa designación por Especialista en la gestión de la información (Information – management specialist), el puesto podría aumentar hasta 100.000 $.

En España, todavía existe un surtido muy pobre a la hora de denominar a un profesional de la información más allá de los consabidos bibliotecario, documentalista o archivero – El éxito de Infonomista todavía no está muy claro -, aunque no sucede así en los países anglosajones. Inspirada en el artículo de The New York Times, la bibliotecaria de Colorado, además de escritora, Michelle Mach comenzó a realizar una compilación de todos los nombres que se utilizaron en distintas ofertas de trabajo para bibliotecas y / o centros de información en Estados Unidos, publicándolas en su sitio web que actualmente no está accesible a no ser que acudamos a Archive.org.

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