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Mes: febrero 2008

¿Eres un profesional push o pull?

Hace unos meses, escribí una lánguida proclama, o soflama según se mire, sobre la excusa, llamémosla así, de la que frecuentemente echan mano los bloguers para dejar de publicar sus blogs. En aquel momento, rompía una lanza porque las organizaciones permitiesen, siempre que fuese conveniente y dentro del ámbito profesional, mantener actualizadas sus bitácoras a aquellos trabajadores que mantuviesen un weblog profesional puesto que revertía de una forma positiva en ellas. Hoy mi objetivo es otro, y lamentablemente, se trata de los propios profesionales que se dedican a este trabajo de gestor de la información.

Lara Rey asegura que soy un ingenuo, que las cosas no suceden ni son como yo las veo, ni como creo o como yo debería considerar que fuesen. Te confirmo desde aquí, Lara, que lo soy. Soy un ingenuo, hay ciertas cosas que no se me deberían permitir leer, ya que me desengaño irrevocablemente. Concretamente, me hiere profundamente leer estas cosas:

Soy bibliotecaria porque es una profesión fácil con un buen sueldo, poco trabajo, poco estrés y que no requiere prácticamente ningún esfuerzo. Supongo que es por eso por lo que la gente quiere ser bibliotecario. Ah y tiene muchas vacaciones. Todos los trabajos interesante y que ofrecen algún tipo de reto requieren mucho esfuerzo y ambición y yo soy floja y no soy nada ambiciosa.

Puedo llegar a entender que estudiantes a los que no les alcanza la nota de la prueba de acceso a la universidad, acaben dentro de una carrera que no les gusta – a quién no le ha pasado eso -, que encuentran “ridícula” y aburrida. Puedo llegar a entender que los "estudiantes-funcionarios", que no disponen de otro objetivo que sacarse una oposición, tengan como máxima aspiración la persecución de la tan ansiada plaza en la administración pública; pero no puedo creerme, no puedo permitirme creer, que una persona aspira a trabajar en un lugar porque no le supone ningún esfuerzo y es un puesto cómodo. ¿Dónde quedan las aspiraciones profesionales de uno? Puede que yo todavía sea demasiado joven.

Para la sociedad, la visión que tiene de nosotros la sociedad, ya es lo bastante negativa como para que además nos consideren unos vagos. Puede que seamos antipáticos (Por el silencio eterno en nuestros puestos de trabajo), inflexibles (Las penalizaciones por el préstamos) y un poco serios (La procesión va por dentro), pero sólo nos faltaba que nos consideren inútiles y gandules. Para entonces ya podemos apagar y abandonar la sala que habremos fracasado como profesionales.

A veces me sorprendo a mí mismo considerando que todos que poseen el título de Diplomado en Documentación, deberían destilar mi entusiasmo y mi curiosidad sobre el mundo de la información. Por supuesto que esto es imposible y, a día de hoy, ya estoy un tanto desengañado. Lo mío es vocación, elegí mi profesión conscientemente, sabiendo que tal vez no obtendría un trabajo en ella, pero que me encantaba y que no quería ser funcionario a no ser que no me quedase otro remedio. Dentro de ella, he conocido a personas que han destilado el mismo entusiasmo, se pelean con sus jefes por lo que creen más correcto, tratan de innovar y nunca se rinden (Gracias Fernando por estar ahí). Por supuesto que después tenemos los que simplemente buscan su título y su trabajo, los que llegan por accidente y los que, bueno, puede que no tuviesen nada mejor que hacer.

Pero ninguno de ellos, fuese cual fuese su condición, debería permitirse el lujo de considerar que esta profesión es estática, ni mucho menos. Hoy en día los cambios se suceden cada día, quedarse quieto es un error y lo que se enseña en las universidades no es ni de lejos todo lo que nos podemos encontrar. Muchos estudiantes se quejan de que eso no me lo han enseñado en la universidad; la réplica pasaría por eres un crédulo al considerar que en la universidad te lo van a enseñar todo o, si queremos ser benevolentes, tampoco te has preocupado en buscarlo o aprenderlo. El estado del arte real no te lo dan en las bibliografías de las asignaturas universitarias, a veces hay que ir un poco más lejos y buscarlo en otros sitios.

Un profesional debe, por fuerza o necesidad, amar un aspecto de esta profesión, preocuparse de estar al día, leer todo lo que le llega a sus manos y no se queda sepultado por el trabajo lamentándose que no dispone de tiempo. ¡Incluso la CDU, santa sanctorum de esta profesión, se renueva cada ciertos años! El mundo se mueve, las formas  y vías comunicativas se desarrollan y la Biblioteconomía/Documentación deberían acompasarlo.

¡Leed siempre malditos! El mundo no os esperará en los cambios. ¿Eres un profesional push (que espera los cambios) o pull (que se anticipa a ellos)?

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Are you buzzing? (1) – Midiendo la relevancia de un dominio en Internet

Buzz es un término de marketing que en su traducción al castellano corresponde a zumbido. El concepto de Buzz Marketing se utilizaría, por tanto, cuando queremos que una idea o un producto se comente mucho, produciendo un ruido de fondo constante. En pocas palabras que algo esté en boca de todos. Dependiendo de los medios utilizados, este Buzz podrá ser más o menos intenso, más o menos prolongado en el tiempo y su traslación a Internet correspondería a que en muchos sitios web se hablase al mismo tiempo sobre lo que queremos vender o promocionar. Sin embargo, como en el mundo real, en Internet existen sitios webs más o menos influyentes, más o menos visitados, más o menos relevantes dependiendo de su público y nuestro objetivo con estos textos es dar algunas herramientas para precisamente evaluar esta importancia relativa. Pero, ¿quién pone la relevancia a un sitio web? ¿Por qué unos sitios son más importantes que otros? ¿Cómo averiguar si un sitio web tiene mucho tráfico o poco?

En España, se utilizan fundamentalmente dos metodologías para la evaluación y comparativa controlada de audiencias en la Red. Una la desarrolla OJD (Oficina de Justificación de la Difusión), mientras que la segunda es Nielsen Ratings, aunque hay que indicar que estas dos oficinas de medición de audiencias se centran en sitios web con mucho tráfico como medios de comunicación, redes de blogs y distintas empresas. Pero, ¿qué sucede con el resto de webs?

Alexa compone un ranking de los sitios web más visitados gracias a los internautas que instalan su barra de herramientas (Toolbar) de forma desinteresada. Obviamente, Alexa recopila información de navegación de las personas que instalan su herramienta por lo que su difusión y uso siempre ha estado cuestionada primero por la privacidad y luego por su implantación en los navegadores, por lo que las cifras aportadas nunca han sido consideradas del todo fiables.

Así pues si no podemos conocer la audiencia real de un sitio web, a no ser que sus estadísticas sean públicas, debemos buscar otros medios para conocer la relevancia de un sitio web como, por ejemplo, el número de enlaces que recibe una página web. Debemos señalar que el primero que trató de categorizar los sitios web según su importancia fue, cómo no, Google y su Pagerank. Obviando otras consideraciones, Google dispuso un sistema democrático según el cual cuantos más enlaces recibiese un sitio web mayor importancia debería disponer a ojos de los internautas. De este modo, estableció un ranking de 0 a 10 mediante el cual categorizó las webs según su relevancia. Por supuesto que, hoy en día, la barrita verde de Google parece tener menos peso que antaño, nuevas variables se conjugan en su algoritmo, sin embargo sigue siendo un referente para muchas personas, incluyendo a los propios webmasters.

Averiguar cuál es el Pagerank de una página web es bastante sencillo (es una información que Google publica) a través de la instalación de la Google Toolbar o utilizando servicios que nos ofrecen distintas páginas web como MiPagerank. Pero el Pagerank es la suma de los distintos Pageranks de los datacenters de Google, es decir, no tiene porqué ser uniforme y nos puede servir de guía para un futuro en nuestro objetivo de ir aumentándolo a lo largo del tiempo. Sin embargo, por distintas razones, Google puede llegar penalizarnos disminuyéndolo siguiendo una serie de criterios, pero en la Red disponemos de otras herramientas para evaluar el posible peso de un sitio web en un momento determinado y, por lo tanto, de un dominio.

Así, por ejemplo, disponemos del Genuine Site Rank donde se nos calcula qué Pagerank deberíamos tener dependiendo de una serie de parámetros, o Web Site Grader donde aportando una serie de palabras clave junto a dominios de nuestra competencia se nos realiza un estudio comparativo de nuestra relevancia respecto a ellos o CuWhois donde se aglutinan una serie de herramientas para la obtención de una serie de estadísticas de nuestro dominio incluyendo el valor monetario que nuestro sitio web, junto el valor que podríamos obtener si quisiéramos vender enlaces desde nuestras páginas. Se tratan, por supuesto, de distintas herramientas SEO que bien pueden ayudarnos a la hora de mejorar el comportamiento de nuestros visitantes unido a los resultados que los buscadores pueden arrojar sobre ellos en un momento determinado.

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El futuro inimaginado del libro electrónico

Hace ya unos meses que Amazon, la librería más importante de Internet, presentó su propio libro electrónico bautizado como Kindle, que provocó mucho revuelo junto a cierto éxito y que derivó en el inevitable  debate sobre el futuro del libro. A pesar del entusiasmo de los medios de comunicación, los amantes de la tecnología no lo tienen del todo claro y las críticas sobre el nuevo aparato no han sido indulgentes, más bien crudas. Si tenemos presente que desde mediados de la década de los noventa se vienen presentando aparatos para tal fin, incluyendo a la multinacional Sony con su Reader, y su éxito y penetración han sido escasos o nulos; lo que debería debatirse no es el futuro del libro como soporte, sino más bien el futuro del libro electrónico como está concebido actualmente.

Obviamente, no voy a ser yo el que niegue que el futuro del libro pueda llegar a ser digital (que lo será), pero no parece que estemos en la antesala de su agonía, fundamentalmente porque hay un error en su concepción y en su diseño. Echemos un vistazo a Kindle lleno de botones, aparatoso, con una política DRM demasiado agresiva y caro (400 $), aunque tenga un catálogo impresionante de 90.000 títulos en sus inicios, desde luego que no parece ofrecer algo novedoso respecto a lo ya visto salvo estar respaldado por una gran empresa dedicada a la comercialización del libro.

Pero el propio lanzamiento del aparato parte de una base errónea, puesto que se nos vende este e-book como el iPod de los libros, olvidando que el iPod fue en su momento revolucionario respecto a su capacidad de almacenamiento y un diseño innovador. Una concepción nueva de algo que ya existía y que ha favorecido un efecto Halo sobre el resto de productos de Apple impulsando las ventas de sus otros productos junto al refuerzo de su tienda en línea iTunes Store. Pero establecer comparaciones es una política errónea de marketing porque se plantean expectativas que no se cumplen. Consideremos el último producto estrella de la compañía de la manzana: El iPhone. El terminal móvil no se vendió como un iPod con teléfono; no, se comercializó como un nuevo  concepto de teléfono móvil, revolucionario desde sus principios y único en su diseño. Es por esto por lo que es deseado. Tener un iPhone para un consumidor es marcar una diferencia y lo mejor de todo es que su producto derivado, el iPod Touch, es percibido como un iPhone capado en sus funcionalidades, más que como un producto de la familia iPod.

Pero es significativo que Apple no esté interesada (todavía) en el mundo del libro. Steve Jobs no teme a Kindle como competencia, supuesta, qued éste pueda ofrecer a sus productos. Según su criterio, el Kindle reproduce textos en cuatro animados tonos de gris, y lo hace bien. Sin embargo, cuando se pregunta a Jobs qué opina del dispositivo, deja claro su menosprecio por el sector de los libros. "No importa lo bueno o malo que sea el producto; el hecho es que la gente ya no lee", espeta. "Un 40% de los estadounidenses leyeron un libro o menos el año pasado".

El fondo de esta aseveración es que los geeks y los early-adopters no están interesados en los libros electrónicos, no quieren un aparato en blanco y negro que sólo sirva para leer. El libro electrónico, para ser adoptado de forma masiva, tendrá que ser un punto de acceso a Internet como lo está comenzando a ser el iPhone. No es suficiente una pantalla en blanco y negro, deberá permitir leer blogs y navegar por ellos, periódicos, wikipedias, etcétera sin tener que pagar por ello. Deberá ser un punto de acceso a la biblioteca universal que además permita leer libros, ver vídeos, contestar al correo electrónico, bloguear, chatear, etc. No podemos olvidar que las compañías tecnológicas están escaneando y poniendo a disposición de los internautas de forma masiva libros de distintas bibliotecas. ¿Quién podría en un futuro obviar esa fuente de información?

El debate subyacente es quién compraría un e-book. El mundo del libro siempre ha contado con una ventaja que compensa la carencia de unos ingresos y unos beneficios enormes: la apasionada adhesión que sienten autores, editores y clientes habituales por los propios libros. Por ello, el futuro del libro no está imaginado aún, no son los aparatos que se nos presentan, no son innovadores en su concepción. Tratan de llevar la idea de un libro analógico al digital sin considerar que tal vez ese no sea el camino correcto para crear un modelo de negocio válido que se ve lastrada por la idea misma del producto.

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Escribir para buscadores y lectores 2.0: La simplificación del lenguaje (y 2)

Adecuar el contenido al continente no tiene porqué ser pernicioso a corto plazo si su utilización está englobada dentro de ciertos ámbitos y no invadan otros. Por ejemplo, no es lo mismo escribir un SMS, lo que supone acometer un número de faltas de ortografías ilimitado, que escribir en otro medio y para que lo lean otros. Obviamente, los registros se adecúan en el primer caso para que el mensaje nos resulte lo más económico posible (0’15 € el mensaje nos obligan a ello), mientras que en el segundo caso el costo económico no tiene la mayor importancia para nosotros, no así de lo que queremos transmitir. Así, por ejemplo, escribir un e-mail o un texto para un blog no tienen coste o éste es imperceptible para aquel que lo redacta, por lo que nuestro interés pasa por que el mensaje llegue y de una forma adecuada.

El problema surge cuando el ámbito de la ortografía utilizada para los mensajes móviles, que consiste en la reducción de caracteres, fundamentalmente vocales, para poder utilizar el mayor número de palabras posibles de la forma más económica; va más allá del entorno de los mensajes cortos e inunda la Red. Es entonces cuando surgen movimientos para el correcto uso del lenguaje aceptado y reglado por todos para evitar que ese uso, considerado incorrecto, transcienda y se generalice allí donde no le corresponde.

Dispones de 144 caracteres para comunicarte

Como si de la condena de los teléfonos móviles nos persiguiese, últimamente se han puesto de moda una serie de servicios en Internet, muy Web 2.0, que nos impiden utilizar más de 144 caracteres para comunicar nuestras ideas. Se trata del denominado micro-blogging, donde escribir textos extensos está prohibido y donde la brevedad es la quinta esencia del mensaje. Un buen ejemplo de estos sitios web es el conocido Twitter, donde lo que se busca es el establecimiento de una conversación asíncrona con nuestros seguidores y amigos junto con la posibilidad de transmitir qué se está haciendo en cada momento.

Comprobamos de este modo que la tiranía del SMS se extiende también por la web más allá de los usos ortográficos y gramaticales de sus usuarios, permitiendo concebir servicios y utilidades que se adecúan a ellos y que, a la postre, disponen de una gran popularidad entre los internautas. La cultura de lo breve y esencial se impone en una Red donde la vida frenética no permite detenerse en grandes divagaciones o exposiciones, donde lo superfluo vence a lo profundo y donde prima lo telegráfico sobre otras consideraciones y que lentamente inunda otros aspectos de nuestras vidas.

En efecto, nos estamos acostumbrando a que se nos dé la información de forma directa y sin grandes rodeos. Si una información periodística tiene que ser redactada necesariamente de forma piramidal inversa, lo más importante en su parte superior mientras que según se avanza en el texto se dan otros detalles de menor relevancia, en Internet actualmente prima lo breve y, por ello, no precisamente lo mejor. Pero, en cualquier caso, nos encontramos ante una nueva generación multitarea, que necesita estímulos contínuos para seguir trabajando dentro de una actividad y que no necesariamente tiene que fijarse o establecerse en una sola.

Nos hallamos ante los lectores 2.0, incapaces de leer algunas líneas seguidas sin llegar a entender el todo, que se pierden agotados ante textos que superan las 500 palabras y qué decir libros de más de 200 páginas. Sin embargo, esto no tiene porqué ser necesariamente negativo, ni censurable, simplemente se trata de una adaptación a los nuevos tiempos que viven y que, por supuesto, no pueden controlar.

Nuevos tiempos comunicativos, la esencia es el mensaje

Tampoco lo hacen aquellos que deberían. Los periodistas, aquellos garantes del buen hacer comunicativo escrito, cada vez escriben peor, trufan sus informaciones de faltas ortográficas, de sintaxis inconexas, de gramáticas imposibles. Sucumben, lentamente, a las prisas, a las multitareas que deben atender y a la presión por ser los primeros en publicar una noticia, en dar la primicia descuidando lo que más deberían mimar, su escritura y su firma.

Pero, retomando el texto anterior, no sólo se ven presionados por las prisas, también por otros factores desde que los medios se han dado cuenta de que Internet es el futuro de su negocio y, por ello, crear y diseñar un nuevo modelo de negocio para él. En la Red, se trabaja para la audiencia y, sencillamente, cuanta más audiencia consigas congregar alrededor tuyo, mayores posibilidades de ingresos económicos puedes obtener. Por ello, los medios de comunicación trabajan para los buscadores, no tienen mayor fuerza que ellos, sin embargo trabajar para Google tiene cierto efecto pernicioso y es la simplificación del uso del lenguaje. Tanto es así que los medios de comunicación han sacrificado su estilo hacia su presencia en la Red, aportando incluso dobles titulares, uno para su edición en papel y otro para su edición en la Red para adecuarse a los dos medios.

Hoy en día, la quinta esencia de la comunicación es la telegrafía. Despojar de adornos la comunicación, ser directo y claro, sin ambigüedades, sin adornos posibles. De esta forma, el estilo se despoja de la creatividad y se queda desnudo intentando lanzar un mensaje que tal vez no llegue a ninguna parte, sin sustancia ni gracia, desnudo ante la audiencia, desnudo ante Google.

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Escribir para buscadores y lectores 2.0: La simplificación del lenguaje (1)

En el blog del Sedic, dedicaban el pasado mes de enero al debate alrededor de la idea de que se estaba conformando Una sociedad sin lectores que huía de catastrofismos. De este modo, todos los autores participantes concluían que, en esta sociedad del siglo XXI, no es que no se leyese poco, es que nunca se había leído y se podía leer tanto. Así pues, la tónica general en los discursos de los textos era considerar que actualmente se lee mucho, ya que las nuevas tecnologías e Internet nos invitan (y obligan) a ello. De este modo, los jóvenes se comunican preferentemente de forma textual, ya se trate mediante envíos de mensajes de texto a móviles o a través del messenger, los negocios y su comunicación todavía se sustentan en el soporte texto (Las Blackberry y el correo electrónico son buena prueba de ello), la ciencia nunca ha disfrutado de una vía de comunicación tan rápida, barata y sencilla de utilizar como la Red; los medios de comunicación invitan a la participación junto al consumo de informaciones, cualquiera puede “obligarse” a escribir un blog, a construir una red social o incluso a componer una enciclopedia, etc. Sí, hoy en día nos encontramos ante la Sociedad de la Infoxicación más que sobre otra consideración, pero, mientras nos adentramos en ella, olvidamos cuidar cómo transmitimos la información y, sobre todo, cómo componemos.

Se me ha acusado de escribir textos demasiado largos, de hecho hay estudios que así lo atestiguan, puesto que mis argumentaciones no son esquemáticas y me gusta desarrollar las ideas. Últimamente, me he obligado a acortar mis textos, primero porque la disponibilidad del tiempo es reducida y, por otro lado, porque un texto demasiado largo no invita a leerlo. En cualquier caso, acortar los textos tiene ciertas ventajas puesto que los buscadores, sobre todo Google, les encanta los textos cortos, esquemáticos, que no disponen de la complicación del lenguaje figurativo humano. Una verdadera lástima. El hecho es que sacrificamos nuestro estilo, nuestra inventiva, en la estandarización de nuestro lenguaje, destacando palabras clave por las que deseamos ser encontrados y leídos.

Cómo funciona Google

Google nació dentro de un ámbito académico y su funcionamiento inicial se basaba principalmente en los textos científicos. De este modo, en sus inicios, Google otorgaba mucho peso a las partes que abrían un texto (donde se sitúan la introducción, metodología y objetivos de los textos científicos) y finales donde se pueden encontrar las conclusiones. La fiebre de los descriptores en los títulos para el posicionamiento también derivan del estilo científico, puesto que este tipo de artículos deben disponer de un título claro, preciso y conciso que defina sin lugar a dudas qué nos vamos a encontrar en el texto. No hace falta señalar que la idea del interés de un texto basándose en los enlaces entrantes que recibía se basa en las teorías bibliométricas para localizar los artículos y autores más relevantes de una determinada ciencia dentro de un determinado ámbito.

Así pues, cada webmaster se afana por trabajar para Google siguiendo una metodología para mejorar su posicionamiento dentro de la primera página de resultados del buscador. Echemos un vistazo a un texto que nos describe cómo deberíamos escribir para los buscadores para mejorar el posicionamiento:

  • El título es la parte más importante del artículo – Debe aparecer el término o keyword principal. El título debe ser los más corto imprescindible posible.

  • El primer párrafo es más importante que el último – Debe aparecer el término principal y varias expresiones, palabras o términos similares. Pongamos el ejemplo en este post. Sería algo así:

    • Escribir para Google

    • Cómo escribir de cara al SEO

    • Normas de escritura para mejorar nuestro posicionamiento

  • Repetir el término principal a lo largo de los párrafos, junto con otras expresiones similares.

  • Si utilizamos etiquetas h2, que contengas los términos.

  • Mantenernos centrados en el tema principal, procurando no mezclar temas o irnos demasiado por las ramas. Se trata de mensajes claros y generalmente cortos, no estamos escribiendo ensayos.

Comprobamos entonces que realmente no estamos escribiendo para humanos, sino para buscadores, máquinas en definitiva que evalúan nuestros textos dependiendo de una serie de variables que servirán para colocar a nuestras páginas por arriba o por abajo de sus resultados. Pero la simplificación en la comunicación no se detiene ahí, va un poco más allá.

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</Microsoft Office> <OpenOffice>

Ésta es mi manera (un poco techie) de decirle a Microsoft Office que hemos acabado, que de forma particular, la laboral es otro cantar, le dejo por otra suite ofimática, que me paso a OpenOffice que Word será a partir de ahora Writer, que Excel ya no calculará mis datos lo hará Calc.

Podría decirse que no ha sido una decisión fácil, he trabajado con Office durante más de diez años, susurrándole mis secretos, desbordando mis ilusiones, plasmando mis ideas; pero no es una decisión que tomo por vez primera, antes de Office hubieron otras. Al principio, trabajé con Microsoft Works (1991-1994), aunque pasé posteriormente a WordPerfect (1994-1996), pero después caí en sus garras y ya no pude dejarle durante mucho tiempo. Pero ironías de la vida, una parte de culpa de mi abandono la tiene Apple y sus Mac que me han mostrado el camino con NeoOffice.

Mi paso a Firefox parece marcar el principio de mi abandono por los productos de la compañía de Redmond, puede que una pequeña muestra de su letanía, el cambio de un mundo que se mueve demasiado rápido para sus pasos de elefante. Hoy en día todo está en Internet, piensa en qué necesitas y alguien lo habrá pensado antes y, además, lo habrá programado y casi, casi publicado de forma gratuita y abierta. Es el caso de Firefox, es el caso de OpenOffice.

El hecho es que recientemente he adquirido un ordenador portátil que lleva Windows Vista preinstalado, sí uno de los productos más decepcionantes de 2007 dicen, pero que todavía respeto por cuestiones de garantía. Pero si Internet Explorer sólo lo utilicé para bajarme Firefox, la versión de evaluación de Microsoft Office 2007 con la posibilidad de utilizarlo 60 veces sólo la utilicé una vez. La abrí, miré, curioseé y la desinstalé, fuera la basura que viene preinstalada con el ordenador. Fundamentalmente, porque este software no es del todo compatible con las anteriores versiones de Office, crea documentos que no pueden ser abiertos por éstas a no ser que se instale un determinado complemento. De hecho, ya me he encontrado con personas que, desconocedoras de esto, envían currículums vitae en formato Word 2007 que son desechados por no ser compatibles (No se pueden abrir). Y qué decir del torticero intento por parte de Microsoft de que la ISO le apruebe un estándar de documentos electrónicos de forma propietaria, monopolística e impositiva (El famoso OOXML).

Siendo un usuario intensivo de Google Docs, o existiendo Zoho que es mucho más potente que éste, ¿por qué debería encadenarme a un software propietario? Porqué obcecarme en el .DOC cuando el futuro es abierto y en línea y los movimientos de Microsoft tan sólo corroboran su fracaso en una política errónea que lo encuentra con la marcha cambiada. De hecho, los hechos demuestran su fracaso la bajada de un 95% del precio de Office 2007 para estudiantes y profesores (una muestra de debilidad y que una versión anterior de Office es la mayor competencia de cada nueva actualización de Office), que se recojan firmas para que Microsoft siga dando soporte a Windows XP, junto a las políticas de downgrade ante el rechazo de Vista; sólo hacen presagiar un futuro un tanto negro a una compañía cuyo último movimiento en Internet, la compra de Yahoo, no le ha salido bien.

Mientras tanto OpenOffice entra en mi vida para el trabajo off-line, siendo consciente de que a pesar de sus diferencias, el producto abierto me ofrece justo lo necesito como un usuario medio de este tipo de software y que Microsoft Office lo tiene difícil para volver a entrar en mi ordenador. Quién sabe si en el futuro una amplia gama de portátiles vendrán con Linux preinstalado y me despida de Microsoft Windows para siempre. Ya veremos.

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Política y bibliotecas: Hechos o palabras

Personalmente, no me gusta la política. Es probable que se deba a que soy un descreído, consciente de la naturaleza humana, de sus juegos y ambivalencias. No, no me gusta la política y tampoco sus gambitos, sus corporativismos, el "prometo y ya veremos". El pasado año (2007), por una jugada del destino, me leí las propuestas electorales del PSPV (Partido Socialista del País Valenciano) y del PP (Partido Popular) respecto a cultura y bibliotecas para las elecciones autonómicas de ese año. En honor a la verdad, he de decir que el del segundo era mucho más rico en actuaciones que el del primero. Hoy, el PP gobierna en la Comunidad Valenciana y lamento no haber guardado aquel programa electoral, puesto que aquellas palabras se las llevó el viento (junto con el documento que ha desaparecido de la página web del PP).

Esteban González Pons, encabeza la lista del PP de Valencia para las elecciones generales a celebrar este año, siempre se singularizó por ser un amante de las nuevas tecnologías, fue Conseller de Educació i Cultura, apostó por la utilización de Linux dentro de las Administraciones Públicas y fomentó el uso de Lliurex (La versión valenciana de Linux); por lo que su reciente apuesta por convertir a las bibliotecas como un punto de acceso a Internet sin límites mediante la instalación de redes WiFi junto con una inversión de un millón de euros no me resulta sorprendente. Sin embargo, es una apuesta desafortunada al realizarse durante una semana en la que los medios de comunicación publicaban una serie de noticias que dejaban en entredicho la política de cultura y bibliotecas del PP en la Comunidad Valenciana.

Por un lado, editores, bibliotecarios, distribuidores, escritores, ilustradores y libreros valencianos comparecían para denunciar la falta de voluntad de la Generalitat Valenciana en materia del libro al no firmar un convenio estatal. El hecho es que las bibliotecas valencianas dejaban de ingresar fondos para la adquisición de materiales librarios debido a que el Consell no había suscrito el plan extraordinario sobre bibliotecas con el Ministerio de Cultura, al contrario que el resto de comunidades autónomas. El cálculo de los libros que las bibliotecas dejaban de ingresar ascendían a 572.295 y, como poco, 2,2 millones de euros para este fin.

Por otro lado, la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) hacían público su informe que revelaba que el índice de lectura en la Comunidad Valenciana había descendido un 2,1% durante 2007 lo que situaba a esta comunidad autónoma en un 1,8% por debajo de la tasa media nacional de hábitos lectores (56,9%) registrándose un 38,3% de lectores frecuentes y un 16,8% de ocasionales. El propio presidente de la Federación, Antonio María Ávila, criticaba en la presentación del texto que la Comunitat Valenciana "no había puesto ni un duro" para contribuir a los planes de fomento de lectura del Gobierno Central.

En fin, ya veremos en qué queda la promesa, hechos o palabras.

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